Ciudad de México.- Un resumen para
tomadores de decisiones de la Evaluación Global de la Biodiversidad y Servicios
Ecosistémicos que reporta especies en peligro de extinción y la degradación de
ecosistemas terrestres y marinos, entre otros conflictos ambientales, fue
aprobado por 132 países, incluido México.
El resumen fue elaborado por la Plataforma
Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios
de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) durante su 7ª sesión
plenaria realizada del 29 de abril al 4 de mayo de 2019 en París, en la sede de
la Unesco.
La Evaluación Global concluye que
actualmente un millón de especies (más de la mitad de las especies vivientes)
está en peligro de extinción y que tres cuartas partes de la superficie
terrestre y dos terceras partes de los océanos están profundamente impactadas
por la actividad humana, especialmente por cinco causas directas:
transformación y deterioro de tierra y mar, sobrexplotación, cambio climático,
la contaminación e introducción de especies exóticas invasoras.
El resumen fue desarrollado en los
últimos tres años por 145 expertos de 50 países, en colaboración con más de 350
expertos, con base en 15 mil fuentes científicas y gubernamentales.
Expertos mexicanos participaron como
autores de esta Evaluación: Patricia Balvanera, quien coordinó el capítulo sobre
las causas del cambio en la biodiversidad; Eduardo García Frapolli, Leticia
Merino, Rodolfo Dirzo, Tuyeni Heita Mwampamba, Melanie Kolb y Julia Carabias, y
más de 35 expertos que contribuyeron con más de 580 aportaciones derivadas de
talleres coordinados por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la
Biodiversidad (Conabio) en su calidad de Punto Focal Nacional, institución que
lideró a la delegación mexicana durante
la sesión del IPBES con la asistencia del Punto Focal Nacional el
biólogo Hesiquio Benítez Díaz.
El documento, con una extensión es de
1mil 800 cuartillas, señala que la producción agrícola es uno de los factores
de cambio más fuertes; aunque su valor aumentó tres veces desde 1970, degradó
23% de los suelos del planeta, redujo su productividad y amenaza la seguridad
alimentaria. Además, el 50% de la expansión agrícola entre 1980 y 2000 fue a
costa de la selva tropical que alberga la mayor biodiversidad del planeta,
destacando la expansión pecuaria en América Latina y la de la palma de aceite
en Asia, entre los impulsores más fuertes de estos cambios.
También, a nivel mundial están
desapareciendo variedades y razas locales de plantas y animales domesticados
con grave riesgo para la seguridad alimentaria mundial ya que debilita la
resiliencia de muchos sistemas agrícolas ante amenazas como plagas, patógenos y
cambio climático.
En los últimos 50 años la cantidad de
personas que habita el planeta se duplicó, la economía global aumentó 4 veces y
el valor del comercio internacional 10 veces, de modo que hoy extraemos más
materiales de la naturaleza que nunca en la historia: extraemos 60 mil millones
de toneladas de materiales de la naturaleza al año, lo que equivale en peso a
100,000 barcos de carga, explica el Dr. Eduardo García Frapolli, de la UNAM,
uno de los autores de la Evaluación Global del IPBES.
La cantidad de plástico que se desecha a
los mares del planeta aumentó 10 veces desde 1980. Más de 300 toneladas de
metales pesados, substancias tóxicas, desechos agrícolas e industriales llegan
cada año a los mares causando al menos 400 zonas muertas en las zonas costeras
en las que no puede vivir organismo alguno, cubriendo un área al menos del
tamaño de gran Bretaña.
“El mundo está cada día más
interconectado, pero también es cada vez más inequitativo”, afirma la Dra.
Balvanera del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de
la UNAM. En los países desarrollados cada individuo consume 4 veces más
materiales al año que quienes viven en países menos desarrollados y más de 800
millones de personas no tienen seguridad alimentaria.
Los países en desarrollo basan su crecimiento económico en la exportación de productos agrícolas, pecuarios, pesqueros, forestales y mineros, en tanto que la conservación de la biodiversidad aumenta más rápido en países desarrollados y la contaminación, por ejemplo, del aire, es mayor en los países menos desarrollados.
“No todos los habitantes del planeta
tienen el mismo nivel de responsabilidad sobre esos cambios, ni tampoco sufren
sus consecuencias de la misma forma”, afirma la Dra. Leticia Merino, del
Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Entre los grupos más vulnerables a
cambios en la naturaleza están los indígenas y comunidades rurales locales,
cuyos conocimientos y medios de vida, estrechamente ligados a la naturaleza,
están cambiando rápidamente. En tanto, unos cuantos actores controlan grandes
capitales, incluso por arriba de muchos países, con enorme impacto en
actividades como la agricultura, las pesquerías o la minería. La degradación de
la naturaleza, junto con estas inequidades, contribuyen a los más de 2 mil 500
conflictos ambientales registrados en este momento en el planeta.
El reporte señala que, de mantener los
patrones actuales, no se cumplirán las metas de Aichi sobre conservación de la
biodiversidad para 2020, ni la mayoría de los Objetivos de Desarrollo
Sustentable para 2030. Sin embargo, también enfatiza que no es demasiado tarde
para revertir esas tendencias, pero es indispensable una transformación profunda,
una reorganización sistémica que abarque factores tecnológicos, económicos y
sociales y un cambio de valores, visiones y paradigmas.
La transformación profunda no será
sencilla y enfrentará oposición fuertes de quienes se benefician del status
quo, pero es necesario trascender esta oposición para mantener la vida en el
planeta. Hay cinco líneas principales de acción para generar cambios
transformadores y evitar el deterioro continuo de la naturaleza: eliminación de
subsidios perversos; cooperación intersectorial; medidas preventivas; adopción
de decisiones en un contexto de resiliencia e incertidumbre, y derecho
ambiental y su aplicación.