Francisco Toledo falleció este jueves a los 79 años, fue considerado por autoridades culturales como uno de los mayores artistas del país, y con un gran reconocimiento a nivel internacional.
“Nació en Juchitán, Oaxaca, rodeado de escenas de un México que ya no es, en el que el zapoteco hablado se escuchaba en todas partes, los trajes y fiestas se visualizaban con esplendor y, según él mismo explica, los pueblos indígenas tenían cierta autonomía”, refirió la Secretaría de Cultura sobre su vida.
Toledo inició sus estudios artísticos a los 14 años en el taller de grabado de Arturo García Bustos; su obra se caracteriza por retratar animales que no son comúnmente relacionados con la belleza: murciélagos, insectos, iguanas, sapos, monos, tortugas, lagartos, venados, conejos, peces, cabras, vacas.
“Animales que estuvieron muy presentes en su infancia y que en sus obras conforman una especie de ‘zoología fantástica’, que en ocasiones es monstruosa y en otras antropomorfa”, expresó la autoridad cultural.
Con ayuda de diversas instituciones, Toledo fundó el Taller Arte Papel Oaxaca, Ediciones Toledo y el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca. Además, impulsó la creación del Centro de las Artes San Agustín, la Biblioteca para Invidentes Jorge Luis Borges, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, entre otros.
En enero de 2015, Toledo entregó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) junto con la colección de arte José F. Gómez al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), a cambio de un peso.
El artista firmó los documentos que avalaron la entrega de una colección de más de 181 mil piezas.
No solo fue conocido por su talento sino también por ser un luchador social, un filántropo y por defender sus posturas políticas, pues siempre mostró su apoyo a causas ambientales y a la conservación del patrimonio artístico del país.
Fuente: Milenio